Históricamente, ha cambiado el rol de la mujer, pero no el rol de madre: investigadora

Hermosillo, Sonora, 9 de mayo de 2024.- A pesar de que la mujer está en los espacios públicos y ha asumido otras funciones, el rol de la madre sigue siendo relacionado a la capacidad de dar a luz y de ser la responsable de la crianza de los hijos, consideró Elizabeth Cejudo Ramos.

La docente e investigadora del Departamento de Historia y Antropología de la Universidad de Sonora, especialista en temas de historia y mujeres, dijo que, precisamente, el Día de las Madres, propuesto por un periódico y adoptado por el gobierno federal en 1922, se estableció para confirmar la idea de que la labor más importante de las mujeres es la maternal.

Especificó que, históricamente, el rol de madre se ha definido desde la propia construcción, desde la propia estructuración del orden social que vivimos y que surge desde la gran división sexual de hombre y mujeres.

“Es como una visión binaria en la cual hombres y mujeres son diferentes, se complementan, y hay una jerarquía por la posibilidad que tenemos las mujeres o una buena parte de las mujeres, de procrear, de que las mujeres tienen o están equipadas, digamos, de un aparato fisiológico que les permite dar a luz y se les otorga un lugar muy específico en la estructura social que se va repitiendo y construyendo como algo obligatorio”, explicó.

La maternidad divide a la sociedad

Cejudo Ramos agregó que, de alguna manera, se define que las mujeres tienen un cierto lugar en el ámbito privado y no en el público, a partir de que la crianza de los hijos se convierte en la prioridad en el trabajo de la mujer más que en el de los varones.

“De entrada, la noción de la maternidad permite que el mundo se divida y se clasifique de esa manera, como hombres y como mujeres, como personas que están en el ambiente público y personas que están en el ambiente privado a cargo de la reproducción y de la crianza de los hijos”, estableció.

Recordó que, con la llegada de lo que conocemos como modernidad, el proyecto ilustrado de la república y esta noción de las mujeres como madres, permite que se les excluya de la ciudadanía y que digan que las mujeres sólo son para el ámbito privado, sólo para la crianza de los hijos.

Entonces, añadió, se construyen sistemas económicos con la división sexual del trabajo, que hace que las mujeres no solamente se dediquen a lo privado, que se conviertan en el centro del hogar, sino que, además, no sean remuneradas por ese trabajo, y al colocar a las mujeres en ese espacio, también se les excluye en la toma de decisiones y en la participación en lo público.

“Pero también ha forjado la idea de casi una santificación y casi poner bajo lo sagrado, o en el ámbito de lo sagrado, esa idea de la maternidad; en la historia mexicana, está la idea de lo de la madre también como determinante para definir dónde nos colocan a las mujeres o a qué lugares nos asignan en el mundo”, argumentó.

Esto, apuntó, se puede ver en los documentos históricos, en los propios discursos de los políticos, hombre y mujeres que en ocasiones utilizaban la maternidad como pretexto para entrar en este ámbito argumentando que participarían en la toma de decisiones por la familia.

“A partir del siglo XIX, el cambio del siglo XX y la Revolución Mexicana eso se trastoca y las mujeres empiezan a participar en otros ámbitos, pero es bien importante que se puede estar en otros espacios, aunque nunca se pierde ese matiz de que eres mamá antes que todo.

“Entonces podemos decir que las mujeres estamos marcadas con la maternidad como el centro de nuestras vidas”, expresó.

La mujer utiliza su tiempo libre en el hogar y los hijos

Cejudo Ramos estableció que la Revolución Mexicana lo que hace es que da espacios a muchas mujeres y hace que esa idea de una maternidad se retrase un poco y hasta se refleja esto en algunas acciones en las propias leyes de relaciones familias revolucionarias en el marco legal mexicano que las mujeres ejerzan casi exclusivamente el ejercicio de la crianza, un trabajo sin remuneración.

Eso, consideró, implica que, aunque estemos en los espacios laborales y en los espacios públicos, la mayor parte del tiempo libre se ocupa precisamente en el hogar y en los hijos, como lo indican las encuestas sobre el uso de los tiempos en México en la época contemporánea.

“Vemos que las mujeres ya no estamos dedicadas exclusivamente a la crianza de los hijos y de las hijas, de las infancias, sino que estamos en las escuelas, en los campos laborales, incluso, en posiciones de liderazgo, pero el tiempo libre está casi complemente dedicado al hogar y se sigue pensando que tenemos como obligación principal cumplir con un trabajo fuera de casa remunerado y luego el de casa no remunerado”, abundó.

Consideró que las condiciones y oportunidades para el desempeño de la mujer en diversos ámbitos ha cambiado y se ha abierto, pero el que se considera obligación para la atención del hogar, de los hijos y de su crianza, ese, no ha cambiado a pesar de que ahora hay muchos hogares monoparentales, sólo con madres solteras y otros.

Dijo que la capacidad lógica que tienen las mujeres de dar vida no debe ser necesariamente lo que las defina para desempeñar otros roles, como se ha logrado con las luchas de los grupos feministas desde la década de los 60 y 70.